Tantas idas y venidas tantas vueltas y revueltas
Observando las asambleas, foros de discusión y debates sobre los inconvenientes de la agricultura colombiana, con los que en días precedentes el gobierno deseaba frenar el nuevo paro cafetalero que comienza el día de hoy, la situación se me representa como esas imágenes de la fábula de “ La ardilla y el caballo”, donde la ardilla son los gobernantes del gobierno y el caballo los campesinos damnificados por la crisis del café. Indudablemente los campesinos están preguntando a los gobernantes del gobierno; “Muchos avatares / Muchos giros y vueltas / Deseo que me afirmes, amigo / ¿Son buenos para algo?” Para entonces acabar con la próxima moraleja: “Entonces van a ser asimismo ciertos usados/ardillas/que gastan/todo el calor natural en trabajo vano”. El gobierno desea solucionar los inconvenientes con toallitas húmedas, con políticas coyunturales, como acrecentar levemente el valor del subvención al precio de adentro del café, en el momento en que los costos de todo el mundo prosiguen cayendo. Pero no se piensa en una reforma estructural y profunda de los inconvenientes rurales. De qué manera acorazar la producción agropecuaria al negociar tratados de libre comercio con países que nos compiten, de qué manera aumentar substancialmente las inversiones en ciencia y tecnología para prosperar la eficacia rural, de qué manera efectuar una auténtica planificación de la producción agropecuaria y agroindustrial, sabiendo las opciones de demanda y exportación, así como mejoramiento de infraestructura vial y vial, red de comunicaciones, salud, educación y vivienda rural. Como una auténtica asistencia técnica gratis a los campesinos, como afirma la ley, que jamás se cumplió. El paternalismo populista que estimuló el previo gobierno de Uribe y que en el presente continuó con programas como el de familias en acción y el de la tercera edad, no resuelven ningún inconveniente de fondo, y solo se usa para tener voto cautivo de los presidentes escogidos y parlamentarios. , pero no crea valor añadido a la economía, ni hombres libres, autónomos y nuevos negociantes. Solo incentiva el sentimiento de mendicidad de que en algún instante el pueblo se fatiga y acaba provocando enormes movilizaciones masivas, intentando encontrar resoluciones estructurales integrales a sus inconvenientes. El gran olvido y también injusticia contra el campesinado colombiano es una deuda que el Estado debe abonar para conseguir la paz y consolidar la democracia y la soberanía nacional, pero eso difícilmente lo va a hacer un gobierno neoliberal como el presente o un partido de extrema derecha, como el uribismo, que todavía apoyan ciertos líderes del paro.